Romance de la huida a Egipto

























Versiones del 'Romance de la huida a Egipto' Fragmento del 'Romance de la huida a Egipto', cantado por Carmen Carrillo López (Jaén capital La Virgen y el ciego Fragmento del 'Romance de la huida a Egipto', cantado por Ana Martos (Valdepeñas de Jaén)


—–—– XXXVII —–—–


Romance de la huida a Egipto


La Virgen y San José
caminan para Belén.
Como el camino es tan largo,
pide el Niño de beber.

- No pidas agua, mi vida,
no pidas agua, mi bien,
que los ríos bajan turbios
y no se puede beber.

Y, yendo más adelante,
hay un verde naranjuez
de naranjas y limones
que más no podía tener.

El labrador que lo guarda
es un ciego que no ve.

- Ciego, dame una naranja
para el niño entretener.
- Entre usted, señora, y coja
para el niño y para usted.

Mientras más cogía la Virgen
más echaba el naranjuez.
Y a la salida del huerto
empezaba el ciego a ver.

- ¿Quién ha sido esta señora
que me ha hecho tanto bien?
- Ha sido la Virgen pura
y el patriarca José.

Y yendo más adelante,
con un labrador se encuentran.
Le pregunta la Señora:
- Labrador, ¿qué es lo que siembras?

- Aquí estoy, señora,
sembrando estas piedras.
- Pues, si piedras siembras,
piedras se te vuelvan.

Fue tanta la multitud
que el Señor le dio de piedras
que se le puso aquel haza
que parecía una sierra.

Ese fue el castigo
que Dios le mandó,
por ser mal hablado,
a aquel labrador.

Y, yendo más adelante,
otro labrador se encuentran.
Le pregunta la Señora:
- Labrador, ¿qué es lo que siembras?

- Aquí estoy, señora,
sembrando este trigo
para que a otro año
ya esté florido.

- Pues ven mañana a segarlo
y no tengas detención
que esta fineza te hace
el Divino Redentor.

El labrador, muy contento,
a la noche fue a su casa,
contándole a su mujer
todito lo que le pasa.

Buscaron peones
y a otro día fueron
a segar el trigo
que ya estaba seco.

Estando segando el trigo,
cuatro hombres a caballo,
por una mujer y un niño
y un viejo van preguntando.

Y el labrador dijo:
"Cierto es que los vi,
sembrando este trigo,
pasar por aquí".

Rodearon los caballos,
que mil reniegos echaban,
porque no se les logró
el intento que llevaban.

El intento era
de cogerlos presos
y que el rey Herodes
lograra su intento.



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